La nueva película del realizador argentino que fue un icono de los años 90 muestra su faceta menos conocida: el humor absurdo en función del drama, con personajes tan alucinados y logrados como la cinta misma.
Qué: Película (estreno en Argentina)
Cuenta Martín Rejtman que al momento de sentarse a escribir su nueva película se propuso hacer un drama lo menos contemplativo posible. Precisamente él, que en la década de los 90 se convirtió en un icono de la contemplación posmodernista, un rasgo que hizo que con su obra no existieran términos medios: o se lo amaba o se lo odiaba. Sin embargo, y si bien Dos disparos comienza con una escena que pareciera presagiar una historia terrible –un adolescente encuentra por casualidad un arma en un garaje y sin pensarlo se dispara a sí mismo –, lo cierto es que, poco a poco, el humor va ganando la batalla para terminar imponiéndose y transformar al filme en una fantástica comedia de absurdos. Porque a medida que avanzan las historias paralelas a este hecho, comienzan a aparecer distintos personajes que enriquecen la historia para llevarla a lugares recónditos e inesperados. Un cambio definitivamente saludable de uno de los directores (y escritores) más emblemáticos de su generación que parece decidido a no dormirse en sus laureles.
