Nueva apuesta de un artista prolífico con un discurso maleable que, por encima de los matices que aplica a sus esfuerzos puntuales, sabe imprimir ese sello propio que otros no consiguen identificar en toda una vida. Llega el nuevo disco de Hans Laguna.
Qué: Disco (edita El Genio Equivocado)
Hans Laguna lleva un lustro con El Genio Equivocado. En ese tiempo ha tallado una carrera musical propia después de un largo tiempo de aprendizaje y exploración personal de sus potencialidades, movido siempre por la curiosidad que distingue a los abridores de senderos del ganado ovino. Con este nuevo trabajo deja clara una paradoja que no es tal: aunque el camino ancho y pavimentado no parece motivarle nada, y a pesar de que el calificativo de experimental casa a la perfección con la esencia de su obra, Laguna no utiliza códigos ininteligibles, ni se expresa en sánscrito, aunque su música alimente ese chamán que quizá tenemos todos dentro.
No debe llamar a confusión el uso del sitar, instrumento que transporta los sentidos sin necesidad de invocar un movimiento físico: temas como Mejor o Mi nariz son un ejemplo claro. Como productor de esfuerzos ajenos y autor que es de música para otras artes y manifestaciones creativas (desde teatro a danza o spoken word) exhibe una mirada amplia en lo relativo a la estructura de las canciones: el manejo del tempo es asombroso en temas como El Bosque, donde aparece como invitado Nacho Vegas. El cierre es un mantra musical de ocho minutos largos, una rítmica de patrones repetitivos en diálogo con vientos y versos, que enloquece y cautiva al mismo tiempo. Atención, Hans Laguna ya no es un recién llegado, pero sigue sorprendiendo… y lo de multifacético se queda corto con él. Hace unos días, en el Womad canario, casó en pleno escenario a su guitarrista Andy Poole y a la vocalista María Caravaca…
