Después de tres álbumes y unos cuantos años de rodaje, no es fácil mantener la frescura del primer día. Pero Varry Brava lo consigue de sobras con el flamante Furor ofreciendo una colección de hits henchidos de inspiración.
Qué: Disco (Hook)
Capaz de recordarnos el new pop de cinco tenedores de ABC en Un nuevo giro, o marcarse un homenaje a la ruta del bakalao, Varry Brava sorprende con una celebración de aúpa de camisa nueva, parranda y cubatón.
Direccionado hacia la pista de baile, el flujo de sangre del flamante Furor se reproduce entre explosiones de revitalizante banalidad, como El sitio perfecto, y deconstrucciones idealistas de la ruptura sentimental, tal que en el jolgorio desenfrenado de 400 bailes. Siguiendo esta línea de flotación, van tomando relieve surcos de infección instantánea. Ahí está el fragor funk de Las noches fugaces o el ímpetu pop de Nada personal y Satánica, donde su vena synth adquiere un magnético brío atmosférico.
Sea cual sea la versión tomada, siempre reluce el ansia por mostrarnos un cauce de vitalidad desbordante; una invitación ideal para romper con la monotonía de la semana y abrirnos a la incertidumbre de la noche. Motivación que bien podría caer en el topicazo, pero que en sus manos cobra un halo de veracidad, labrado desde la vía más convincentemente posible: una colección de hits henchidos de inspiración y ganas de volarnos la cabeza.
