Qué: Disco (edita La Viejita Música Excelente)
A Fabián lo han comparado con muchos vates. Abundan las referencias al folk americano y a la canción mediterránea. Algo de eso hay. Sin embargo, parece limitativo juzgar a este creador por raíles tan genéricos, siendo como es dueño de una sensibilidad especial, en la que los matices parecen tener tanta importancia como el esqueleto y la ropa de calle. Fabián sabe decir cosas terribles con infinita dulzura, y cosas muy dulces sin hacer desbordar el azucarero. Así ocurre en este cuarto disco de estudio, siete años después de levantar muchas cejas con el EP Plegarias. La guitarra es en ocasiones un elemento más de las armonías vocales. La emotividad es asunto aparte: brota entre líneas, enganchando las palabras y los sonidos como el más orgánico de los hilos de acero. No en vano se lleva tan bien con Quique González y Zahara: su forma de entender la expresión musical es muy similar, por eso empastan de cine en Todas las aves del sur y Maravillas, respectivamente.