El combo liderado por Alex Turner firma su álbum más logrado: su versión personal de la historia del rock.
Qué: Disco (edita Domino)
Cuando hace ya más de diez años el rock de guitarras irrumpió para agitar acordes y riffs y oponer energía rockera al reinado electrónico, la pregunta de muchos era cómo harían los grupos que encabezaron la rebelión para sobrevivir en el tiempo. Funcionó como una novedad, es cierto, pero aquellos interrogantes terminaron siendo premonitorios. A la pregunta de cómo envejecerían The Strokes, Black Rebel Motorcycle Club, The Libertines y Arctic Monkeys, por citar sólo a algunos, hoy la respuesta podría ser «como pueden». Sin embargo, el caso del grupo comandado por el siempre neurasténico Alex Turner es una saludable excepción. Como primera medida preventiva, hace unos años que Arctic Monkeys estableció su base sonora en Los Ángeles, algo que funcionó en principio como un desafío y que hoy se materializa en realidad. Porque AM no es sólo su disco más valioso, sino una clase maestra de rock universal, sin fecha de caducidad, capaz de reposar en baladas acústicas y de explotar por el aire cuando Josh Homme, soldado de The Queens Of The Stone Age y dueño del estudio de grabación donde los Arctic grabaron parte de este nuevo trabajo, pide la palabra para sumarle ruido al asunto.
