Desde Pontevedra con amor a las matemáticas y al rock, Unicornibot apela al rupturismo de esquemas como método para acercarse al goce supremo del mambo ‘trónico’.
Qué: Disco (edita Matapadre)
Cuatro gallegos arrancaron una banda hace cinco años; multiplicados ambos factores, hacen diez cañones por banda, con balas que dan siempre en la quilla y acaban con toda línea de flotación posible. ¿Quién dijo que los árboles no dejan ver el bosque? Se trata de plantarlos muy juntos; así no hay lugar a dudas, y si son musicales, mejor. La propuesta de Unicornibot se nutre de acelerones y frenazos, silencios y crescendos, contundencia y ruido mechado de lirismo, progresivo en ocasiones, clásico en otras: instrumentales delirantes de principio a fin. Lo suyo es escritura nerviosa sobre el pentagrama, con tinta de Shellac y Fugazi; math rock identificable pero no rígido, preñado de humor y electricidad. El noise está un poco menos presente que en sus anteriores entregas, y las canciones duran lo que tienen que durar: menos de tres minutos, y a otra cosa… con la excepción del cierre, Remonición, en la que relajan el tempo, bajan la intensidad y se recrean en la consabida repetición de esquemas hasta casi los cinco minutos. En temas como Paracertelamol despliegan toda su paleta de recursos… y en los directos, que pasearán por Españan, Bélgica, Holanda y Francia en los próximos meses, no dejan lugar a conjeturas.