La talentosa chica de Recife de las canciones incorrectas regresa con un álbum experimental, enérgico y audaz.
Qué: Disco (independiente)
Luciana Lins, más conocida como Lulina, partió de su Recife natal a mediados de la década pasada. Lo hizo con un puñado de canciones en el bolso, aunque sin la más mínima intención de vivir de su música. Sin embargo, el destino estuvo de su lado: una vez que recaló en São Paulo, sus discos autogestionados y esas canciones de cuna y terror comenzaron a convertirse en más que un rumor, al punto de llevar a Lulina a un estudio de grabación para registrarse a sí misma profesionalmente. Unos pocos años después, más precisamente en 2009, Cristalina, un álbum impecable desde todo punto de vista, la lanzó a la carrera de la fama. Hoy, Lulina regresa con Partim, disco que representa un cambio en su derrotero artístico: «partim» quiere decir algo así como «llamar la atención» en el slang local, y ese título se ajusta muy bien a su contenido. Acompañada en varios tramos por el grupo paulista Cacatau, Lulina salta al vacío una vez más, probando instrumentaciones, climas, humores –siempre con sus textos irónicos como bandera–, y sumando a Frank Zappa y a Chico Buarque a su lista de referentes –en Partim hay rock, psicodelia, samba y «bosta nova», como ella misma la bautizó–, claramente liderada por Lou Reed en su etapa de The Velvet Underground.
