Cuenca Sandoval se lanza a la novela disociada en esta historia que propone dos formas distintas de experimentar vivencias iguales. De algún modo, se ponen las bases para que el lector cree su propia historia.
Qué: Libro (edita Seix Barral)
El autor barcelonés radicado en Córdoba confirma con su tercera novela las excelentes maneras apuntadas en las dos primeras. Cuenca, que también es docente (de filosofía) y poeta, arma su obra a partir de una pérdida, la de una mujer deseada. A partir de ahí, la historia se bifurca en dos tramas gemelas, paralelas y simétricas (dos formas de ser, ver, y entender) que funcionan como espejos, y que obligan al lector a intervenir. Los paisajes son diversos: París detenido en el nuevo romanticismo de los ochenta, una isla nórdica por la que se desarrolla una alucinada road movie, un episodio de vampirismo en la Barcelona de la Transición, un descenso órfico a los infiernos, una expedición al volcán que se alza en el centro de una isla de la mente. Cuenca lo narra todo con un estilo hipnótico, casi alucinado, con un par de presencias omniscientes de naturaleza cinematográfica: Vértigo, de Hitchcock, y Ordet, de Dreyer. Según Godard, son los dos únicos casos en la historia del séptimo arte en los que se ha conseguido filmar el milagro de recuperar a la mujer perdida. Son palabras mayores…
