El cantautor paulista que conquistó corazones con sus canciones para telenovelas –sin renunciar jamás a su complejidad pop– regresa con un álbum que expande límites orquestales, suma sonoridades inesperadas y aporta melodías memorables.
Qué: Disco (edita (Som Livre/Slap)
En su Brasil natal, Marcelo Jeneci carga con un estigma tan habitual como injusto: haber cosechado, con menos de treinta años, un éxito considerable. Y, fundamentalmente, haberlo hecho siempre a espaldas de la crítica musical. Con referentes musicales como Toquinho o Roberto Carlos –según declaró el propio Marcelo– y dos o tres canciones sonando a escala nacional como bandas sonoras de telenovelas, Jeneci construyó una carrera que terminó de consolidarse con Feito para acabar, su álbum de 2010, escogido por muchos colegas como uno de los mejores de aquel año. Semejantes referentes y una carrera consolidada en la televisión no son datos que los medios especializados aprecien demasiado. Sin embargo, hablan muy bien de la capacidad de Marcelo para conectar con el público, el único destinatario importante para todo artista. Hoy regresa con De graça, un trabajo que amplía su espectro sonoro pero que no rehúye de la búsqueda incesante del hit en potencia. Colaboran en la causa nombre pesados: desde Kassin –brilla en la producción– y Arnaldo Antunes –le cedió algunos textos– hasta Laura Lavieri, habitual colaboradora de Jeneci, que congela el tiempo en Tudo ben, tanto faz, una de las joyitas del álbum.
