Comenzó como apenas un dúo amante de las texturas y los sonidos inclasificables. Hoy a cinco años de su formación, el grupo argentino que mejor custodia el legado del post-rock austral presenta un nuevo álbum inspirado y definitivamente consagratorio.
Qué: Disco (edita Fuego Amigo)
La búsqueda de Bosques tiene un objetivo claro: diferenciarse, sin perder identidad, de aquello que suena regularmente en radios virtuales y demás operaciones musicales actuales. Es evidente desde su primera escucha: el grupo fundado en 2009 por los argentinos Juan Cruz del Cerro y Marcos Díaz sigue su propia lógica, lejos de todo mandato externo, y fundamentalmente lejos de los estímulos actuales que parece necesitar el oyente medio. En El centro del vacío, su nuevo disco, esto sucede más que nunca antes: Bosques va a su propio ritmo, siguiendo sus reglas particulares, sin más espejos que sus propias influencias proyectadas: algo de Yo La Tengo de finales de los 90, mucho de la corriente shoegaze, incorporando ritmos y sonidos tan dispares como efectivos. Canciones como Cada cuerpo es la nave o Interferencia marcan el terreno y plantan bandera: si el mundo fuera como lo vive Bosques, el post-rock sería su banda sonora habitual. A diferencia de sus trabajos anteriores, la incorporación de nuevos integrantes amplió la propuesta: una actualización que renueva su propuesta y ofrece matices tan valiosos como enigmáticos.
