Gunsal H. Moreno pinta. Es paisajista. Gusta de colores cálidos, aunque los utiliza en versión mate. Sus obras, encaladas de notas que guiñan el ojo a los pentagramas que las acogen, son cantos con nombre de ninfas que transportan a lugares remotos. Vaya debut en la larga duración, amigo.
Qué: Disco (edita Foehn)
Los lanzamientos anteriores de Gunsal H. Moreno, BeGun, han dibujado una imagen muy concreta del perfil creador que identifica a este barcelonés: música para viajar, soñar y recrearse en la parte amable del futuro cibernético que nos espera. Tras convencer a crítica y público de las bondades que le adornan, BeGun ha tallado este árbol de tronco robusto y hojas llenas de verdor, mimetizado con la madre naturaleza (Amma es madre en lengua tamil, aunque también significa «nacida en sábado» en el dialecto ghanés akan) en el que hay sitio para la contemplación… y también para el baile. Quizá por eso, las piezas (muchas de ellas con nombre femenino) que conforman este perfecto bloque de jenga albergan en su esencia la fortuna del viajero vocacional, que sabe encontrar su casa en los parajes más ignotos, disfrutar de ella en un sillón orejero y bailar si miedo cuando el cuerpo se lo pida. BeGun se solaza esta vez por los cuatro rincones de África; así, Kelle o Whindo podrían musicar el vuelo de una nave a velocidad de crucero, mientras que los dos Mobasi o Shama marcarían las armoniosas turbulencias y Libok unificaría los dos escenarios en una sola pieza. Medicina para el alma, como diría un buen chamán.