Frente a la escasez de agua, una pareja de refugiados decide emprender un viaje de huida hacia el mar en busca de un futuro mejor para su hijo por venir. Un viaje apocalíptico que muestra una realidad oculta.
Los últimos se estrena en los cines de Argentina.
Nicolás Puenzo, hijo del reconocido cineasta Luis Puenzo (La historia oficial), estrena Los últimos, su ópera prima, con guión coescrito junto a su hermana, Lucía Puenzo, también destacada directora de filmes como XXY y Wakolda, entre otros.
Resulta difícil etiquetar Los últimos en un género determinado, ya que atraviesa varios (road movie, wéstern, bélico), pero si quisiéramos etiquetarla, quizá la mejor definición sería la de «road movie filosófica» que le dio su propio director.
Situada en un futuro demasiado cercano, la película cuenta la historia de Pedro (Peter Lanzani) y Yaku (Juana Burga), una joven pareja que vive en un campo de refugiados junto a una comunidad que está excluida en el medio del desierto. Si eso ya parece una situación límite, habría que agregarle algo más: los excluidos se quedan sin agua.
Al enterarse que Yaku está embarazada, su pareja decide escapar del campo hacia el mar. Y así comienzan un viaje a través del desierto asolado por la explotación minera. En el medio de su recorrido se cruzarán con Ruiz (Germán Palacios), un fotógrafo corresponsal de guerra, que intentará ayudarlos en su objetivo.
Filmada principalmente en Bolivia y Chile (brillan Uyuni y el desierto de Atacama), el paisaje cobra vital importancia para la trama de la historia; son paisajes bellísimos pero golpeados e intoxicados por una sobreexplotación que no solo tiene efectos sobre la naturaleza, sino también en las personas.
Los últimos es una película que denuncia y a la vez hace tomar conciencia sobre un tema crucial: la guerra del agua ya llegó y las personas vamos a sufrirla. Forman parte del elenco Peter Lanzani, Germán Palacios, Juana Burga, Luis Machín y cuenta con la participación especial de Natalia Oreiro y Alejandro Awada.
Atención especial a la banda sonora, a cargo del siempre fino Pedro Canale, de Chancha Vía Circuito, y la voz de la boliviana Luzmila Carpio.