La banda mexicana atesora los sonidos autóctonos de diversas regiones latinoamericanas con la cotidianidad de su país como influencia más poderosa para marcar el ritmo de su peculiaridad. Ahora con su más reciente placa, Mambo cósmico, Sonido Gallo Negro se da la oportunidad para deambular por nuevos lares musicales que complementan a la perfección su trayectoria.
Qué: Disco (T-Vox Records)
Casi se ha vuelto una tendencia que los músicos reposen sus inquietudes en la exploración de las músicas regionales, lo que influye en su preservación y también en la distinción que otorgan a las propuestas de los que se valen de esos ritmos.
Sonido Gallo Negro es una de esas bandas que orgullosamente se ha detenido a capturar el ambiente musical que se alberga en los «rincones olvidados» de México, y lo ha plasmado en cada entrega desde sus inicios. Así se ha encargado de demostrar que el rock es noble, y que mediante una fusión adecuada otorga espectaculares resultados que pueden tener escena tanto en recintos pequeños como en grandes festivales.
Su ancestral sonidero comprueba que a los amantes del rock les gusta el baile, y que contrario a lo que podría pensarse, se sienten profundamente orgullosos de las resonancias mexicanas que nutren la cultura del país.
Partiendo de esta premisa, los Gallo Negro proponen un rock revestido de cumbia psicodélica peruana de los años setenta y otros ritmos andinos. Sin embargo, ahora con el reciente Mambo cósmico el grupo ha decidido transitar nuevos caminos.
El material nuevo se contonea al compás del danzón, el porro y el mambo, dejando un poco de lado su influencia más fuerte que se encontraba en la cumbia de sus trabajos anteriores. De esta manera, fluyendo entre auras prehispánicas y enigmáticas resonancias, los once temas que componen Mambo cósmico liberan obstrucciones energéticas mediante las danzas que despierta la cadencia que dictan sus canciones, las mismas que ejemplifican un viaje entre lo vetusto y la refrescante actualidad.
