El monolito Blacanova sigue ampliando sus extensiones. Si antes fue Martes Niebla, ahora es Beladrone quien surge de esta inercia con Andévalo, un álbum de debut antológico dentro la materia noise y shoegaze.
Qué: Disco (El Genio Equivocado)
Este trío sevillano formado por Manuel Begines, Iñaki García y Paco Arenas (con la colaboración de Eduardo Escobar a la batería) se ha marcado un debut antológico dentro la materia noise y shoegaze en España. Ocho canciones encadenadas por un objetivo en la sombra: la inmersión en la idiosincrasia vital de pueblos pertenecientes a la región de Huelva.
Dicho arraigo rural en el imaginario, como en sus vídeos publicados hasta el momento, definen la singularidad mística de vidas atadas a la religión, el aislamiento buñueliano y un lirismo ciertamente onírico y colindante con las raíces sacras de un mundo que está ahí, latente en la distancia.
En base a esta concepción, emergen canciones como la titular del disco, donde el recuerdo a Sonic Youth se hace patente, pero consigue algo inaudito en esta clase de revelados del pasado: desafiar a los originales y vampirizarlos bajo un rostro diferente; en este caso, surcado por arrugas de inequívoco trazo andaluz. La intensidad hipnagógica de cortes como El astro muerto también remite a My Bloody Valentine, referencia inevitable para todo buen amante de la alquimia shoegazer, que en su devocionario también incluye a Slowdive.
En realidad, cualquiera de los caminos aquí abiertos siempre desemboca en experiencias tan turbadoras como El valle o La flecha, adelantos de un trabajo que viene a recordar que de las cenizas de Blacanova, la banda nodriza, ya sobran los lamentos, y si nuevos retoños como este Andévalo, muestra inconfundible de talento por parte un grupo que, en apenas un álbum, ya ha sembrado un universo propio repleto de nervio, nubes e intensidad magmática.