Culturas contemporáneas de España y Latinoamérica a diario
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viernes 11 de octubre de 2024
Mula

Mundos

Mula

Son tres «ellas» acabadas en «el» y como dicen en su país, «tan acabando», antónimo dominicano de la acepción general del término que indica un éxitos sostenido, en vez de un final. Anabel, Cristabel y Rachel asomaron las cabezas desde el norte de Quisqueya hace algo más de un lustro, y han perfeccionado su fórmula mágica; raíz, máquinas y permutaciones en cada viaje, para no ser predecibles y, al mismo tiempo, sentirse libres en el tránsito de caminos ya caminados. Mundos es otra vuelta de tuerca de Mula, que alterna momentos brillantes con otros memorables.

Qué: Disco (Costa Futuro)

Mula es canela en rama. Mofongo en cuencos de plata frente al malecón. Quipe crudo santiaguero del que venden bajo el Monumento. Cada vez que arman una colcha de canciones, América mueve las rodillas y las pestañas se rizan solas. Pues eso. En Mundos, nuevo disco del trío dominicano, Fugitiva asume el papel de canción catártica; asoman la tambora y la güira, ora analógicas, ora secuenciadas. Ahí salen el campo y la tierra mojada a la pista de baile, los ajos de Constanza picaditos, las fresas y flores de Jarabacoa que guiñan el ojo al sorprendido visitante. Anabel y Cristabel desafían el matiz mellizo de sus voces y se enroscan para la expresión del sentimiento puro, mientras Rachel se encarga de las costuras, el armazón y los brillos.

A mitad de álbum viene el tramo sublime, con cinco piezas que desarman. Moderna es un crisol de tecno primitivo, aquellas teclas de Bert Kaempfert, las enramadas sónicas del «aterciopelado» Buitrago y los ayes del merengue típico añoñao, con el latido final del corazón que da sentido a todo lo anterior. Otra vez atesora el mejor estribillo y desnuda la osadía del trío, con esas andanadas de drum‘n’bass que desarman al más pintado.

Esta noche tiene la que quizá es la letra más inspirada de todo el disco, mientras que Ella sabe zarandea al oído escuchante de un lado para otro, con su poquito de chulería y sazón entre las notas. Con Llegó la hora llega también el llenapistas, con algo de egotrip en alternancia curiosa de la segunda y primera persona.

Queda la coda. Naniki es la canción del viaje por carretera, o del romanceo, y Delirio es otro viaje, pero patrá, a los años de Stranger Things, con ese tecladito del arranque rematado con otro poquito de percusión criolla en aceleración continua. ¡Hasta la próxima tanda!

Mula Mundos

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