Ya había ganas de ver cómo se defendía La Trinidad en las distancias largas. Después de EPs tan sabrosos como El peligro (2018) y Nuevas dignidades (2019), no sólo ha cumplido con creces, sino que ha superado las expectativas depositadas en la banda.
Qué: Disco (Sonido Muchacho)
Con la mochila repleta de chutes pop de consumo rápido, así es como se presenta la banda malagueña La Trinidad en su primer álbum, un muestrario ciertamente logrado de viaje en el tiempo, hasta el arranque de los años 80.
Al igual que hacían Los Claveles, este trío cuenta con la habilidad, pero sobre todo la inspiración, para recoger el espíritu libertino pop de los albores de la Movida Madrileña y filtrarlo en bocanadas tan frescas como Todos los rumores eran ciertos. Desde el otro extremo de intenciones, en Ruinas y La clase media, podemos comprobar el sello inequívoco a la guitarra de Gang Of Four. Por su parte, en Miel y sangre el trío consiguen hacernos recordar a los The Jam de Sound Affects (1980), mientras que en Los niños de la estación del zoo toman la dinámica saltarina del jangle pop más agresivo.
Más allá de estos claros referentes, el resto de piezas que conforman este diario musical refuerza la idea a nivel subconsciente de todo LP novel: de alguna manera, mostrar todas las referencias musicales que han moldeado el gusto del autor o autores. En este sentido, Los edificios que se derrumban cumple esta ley no escrita, a la vez que siembra dudas más que saludables sobre lo que está por venir en próximos movimientos de la banda: ¿buscará ampliar su marco de acción post-punk? ¿Exprimirá su tendencia natural al pop de gominola ochentero? ¿Subrayará su vena jangle pop? En cualquiera de las posibilidades planteadas, lo único que podemos pedirle es que siga manteniendo la frescura con la que ha impregnado cada poro sónico de este pequeño logro discográfico.
