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sábado 27 de abril de 2024

Himnopsis colectiva

Amparanoia

Amparo se rasgó el alma hace un año, sin dejarse una coma en la argumentación, con el ropaje adecuado para hacer más efectiva la apuesta. Ahora llega el penúltimo resorte emocional de Amparanoia, con el que toca conciencias y solivianta rodillas en un doble impulso tan efectista como efectivo.

Qué: Disco (Mamita Records)

Que no, que un himno no tiene que ser solemne. Eso viene de su uso militar o conmemorativo de victorias en los estadios. También es multiplicador de los valores y poderes asignados a un grupo concreto de personas, más allá de su lugar de nacimiento o los colores de su casaca deportiva. Un himno debe tocar el alma, independientemente de la cadencia y la contundencia; puede ser instrumental, claro, pero la letra adecuada hace que penetre más adentro en las entrañas y el corazón.

Amparo Sánchez reivindica en su colección de himnos el matiz de la conexión, que se impone al hechizo como factor semántico. Quiere que bailen tus piernas y tus neuronas, que te lata el corazón y las sienes mientras tus piernas disfrutan «etericadas» de lo que llega a los oídos.

El vehículo es variable, desde la cumbia al rock o el guiño apambichao de la tambora y güira cuando se ponen a hablar en cuadrícula. Amparo –y Amparanoia–, hace lo que quiere sin miedo al qué dirán; nadie que la conozca osará hablar de apropiación cultural en un contexto estilístico, el suyo, que siempre rompió fronteras con naturalidad. El arte del disco, sin ir más lejos, llega de Oaxaca gracias a la gente de Gran Om.

El día que no, adelanto de la placa, cuadra igual en una verbena de pueblo o encabezando el cartel de cualquier festival de músicas del mundo, porque tiene toma a tierra: bebe y exuda la energía que emana del suelo, se nutre de los pesares y saberes humanos para tomar forma de canción. La sublime De principio a fin es la voz de los desarraigados en defensa de sus pares; el disco, eso sí, alcanza su cumbre en la excelente Centímetros con su métrica irregular, esa letra que se mete adentro, la instrumentación quirúrgica en la que nada sobre ni chirría. El cierre es igualmente hermoso: Tumbao lo bueno en clave reggae-chachachá, con la trompeta que pone el acento allá donde este regalo de canción pide un lacito rojo.

Amparanoia Himnopsis colectiva

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