Debut por todo lo alto de Tulip, formación viguesa dueña de un contagioso don para confeccionar melodías armonizadas entre la noche y la vigilia. Por decirlo de forma más concreta, dream-pop colorista, típicamente norteño.
Qué: Disco (Snap! Clap! Club/Autoplacer)
Que, desde la eclosión del Galician Bizarre (escena underground gallega), la zona atlántica de la Península nos está dando algunas de las alegrías más nutritivas del momento, es algo que cae por su propio peso. Emilio José, Malandrómeda, Baiuca, Chicharrón. Pocas veces o fogar de Breogán contó con semejante acumulación de nombres propios con tanta solera. Pero hay más, y tanto que sí. Basta con acercarse a este dúo vigués, llamado Tulip –ganador del concurso de maquetas Autoplacer 2018–, integrado por Marta Gonzáles y Óscar Raña, con grupos como Dois, Seda y Wild Balbina en el currículum conjunto de ambos.
Aunque las referencias ya invitan a pensar en una nueva apuesta de peso, lo cierto es que Estrelas no chan ha superado cualquier clase de expectativa. Y lo han conseguido a través de diez canciones redondas como ellas solas. Imaginería dream pop, por momentos tropicalista, donde caben ecos al Dunedin Sound, pop heterodoxo en plan Grizzly Bear, el sonido de sellos como Captured Tracks y hasta la típica saudade norteña, sellada de por vida en la melancolía otoñal que fluye en los discos de Le Mans.
El resultado es ejemplar. Tras un lustro de espera hasta su debut en largo, temas como Deixa esta dor o On The Sidelines subrayan lo excepcional de un ramillete de canciones que irradian una luz muy particular, donde las sombras del Manchester de The Smiths hace equilibrismos con la claridad prístina mostrada por Durutti Column a la hora de dibujar las nubes de tan famosa capital del pop british.
Por semejante festín de razones y muchas más, Estrelas no chan es un acontecimiento, inesperado, en sí mismo. Hechizo total de un sueño de guitarras y voces embrujadas.
