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viernes 26 de abril de 2024

Juerga y vino

Montañés

Más allá de la sesuda resurrección de la música tradicional que se está llevando a cabo desde hace unos años, se echaba en falta la exploración del aspecto lúdico de la misma, que Montañés explota en Juerga y vino, un trabajo que es pura alegría y celebración.

Qué: Disco (El Volcán)

Desde que el contador se pone a funcionar, Juerga y vino se estrena con toda una declaración de intenciones, fraguadas en su tema titular: primer puerto de entrada de una ronda que va picando de géneros como los fandanguillos, las soleás o los villancicos.

Con el humor por montera, David Montañés (quien ya colaboró con Lorena Álvarez o Soleá Morente, por ejemplo), dirige esta fanfarria folclórica de corte neoclásico, tal como en la fabulosa La ciencia del saber. Y es que en este trabajo también hay espacio para extrañas bifurcaciones hacia el vals, tal que en Circo. En otras como Romance del mago enamorado, David hace gala de su cromático toque pianístico en una pieza que es capaz de recordarnos a la música medieval peninsular, pero también al Nick Cave mortuorio de Your Funeral… My Trial.

En realidad, lo que David consigue a través de esta decena de canciones es cincelar un imaginario que hace apología de la rica variedad que se puede extraer de lo que, despectivamente, suele denominarse como «folclore». Algo que en este álbum es enaltecido por medio de una mirada rica en inflexiones instrumentales, a través de un gusto exquisito por embellecer cada historia o leyenda aquí expuestas desde el misterio de un canto de ánimas o desde el jolgorio de una bulería. Contrastes y reflejos de un trabajo, definitivamente, valiente y más que notable en resultados.

Montañés Juerga y vino

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