La editorial Fulgencio Pimentel prosigue su estela impoluta de publicaciones con La telepatía nacional, novela del argentino Roque Larraquy que lo confirma como una de las voces más singulares e interesantes de su generación.
Qué: Libro (Fulgencio Pimentel)
Hay algo de Thomas Pynchon borgiano en la capacidad de Roque Larraquy para fundir lo paranormal con la antropología de la realidad. Metodología indescifrable que hace de novelas como esta una invitación a lo desconocido, a traspasar una puerta olvidada por el cerrajero del castillo.
Y es que La telepatía nacional es nada menos que un clásico instantáneo, la demostración de que las figuras literarias más interesantes de estos últimos años pertenecen a la estirpe surgida de genios como Roberto Bolaño y Rodrigo Fresán.
Con este libro, el autor argentino, definitivamente, coge dos cabezas de ventaja sobre el resto. No es para para menos ante los las explosiones de excentricidad aquí disueltas en frases afiladas en la piedra de la ironía mágica. Porque en esta historia sobre los extraños rituales nacidos del proyecto de crear en Buenos Aires el primer Parque Etnográfico del Cono Sur, con mezcolanza de asiáticos, negros, indios y subnormales, es todo fibra narrativa.
Alucine de un delirio que Larraquy estructura en forma de monolito literario de autonomía intransferible. Un hitos de hermosura tan singular como lo era el Tom Spanbauer de sus comienzos, algo tan difícil de definir, ordenar y clasificar como su magnético encuadre visual y el humor subyacente en todo momento a lo largo de este texto, aun por encima, editado con el cariño habitual de la editorial logroñesa Fulgencio Pimentel.
Con todos estos ingredientes, La telepatía nacional se postula como una de las novelas imprescindibles para todo ser viviente que no se quiera perder los momentos más estelares de la literatura de hoy en día. Ni más ni menos.
