Jugando sobre el fino hilo de la transversalidad, Vetusta Morla entrega Cable a tierra, su trabajo más arriesgado hasta la fecha, sin perder nunca el efecto comercial de sus canciones.
Qué: Disco (Pequeño Salto Mortal/Sony Music)
Dispuesto rebuscar en nuevas vías estilísticas, el grupo más exitoso de estos últimos años en España retorna con una decena de canciones fogueadas en un sugerente acercamiento a la música de raíz a través de sus engranajes instrumentales.
Desde Puñalada trapera, primer corte del álbum, queda reflejada dicha tendencia, mediante un tapiz instrumental de costuras folclóricas, aunque perfectamente integrado con detalles electrónicos y toda clase de matices condensados en una sorprendente matrioska de sonidos enhebrados en una cadena sorprendente de contrastes acústicos-eléctricos. Lo mismo sucede en otros cortes, como No seré yo, donde incluso se juega con una explosión noise en el tramo final de la canción.
Desde luego, en ningún momento se atisba ni un gramo de comodidad. Con Cable a tierra, Vetusta Morla ha lanzado un órdago a toda manifestación indie-mainstream de España mediante un doble salto mortal hacia adelante, que, en realidad, no lo es tanto. Pero si es así lo es por méritos propios, y ser capaz de no perder ni un ápice de su capacidad hímnica a través de algunos de los momentos más sembrados de toda su trayectoria, como lo es en el caso de El imperio del sol o Al final de la escapada; esta última, broche de oro a su trabajo más redondo hasta la fecha, en el que la banda a conseguido casar épica y emoción sincera en un mismo discurso musical.
Ahora, sólo nos queda ver cómo serán los siguientes pasos, que, visto lo visto, lo lógico es que sigan la progresión ascendente, nacida de la ambición por romper estereotipos hacia su propia fórmula. Una tan eficaz como tendente a discursos críticos por su valía real.
