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martes 10 de diciembre de 2024
Sergio Makaroff

Desastre con patas

Sergio Makaroff

Para los humanos han pasado siete años hasta la vuelta de Sergio Makaroff con Desastre con patas, un disco virtual para paladares exquisitos. Su adimensionalidad está basada en un pasado absoluto en el que fue asistente de Sui Generis, inspirador de Tequila y Los Rodríguez y siempre al borde del éxito masivo que hubiera arrasado con su leyenda.

Qué: Disco (Independiente)

El tiempo para Sergio Makaroff transcurre de una manera distinta a la nuestra. Es un porteño que vivió en Nueva York, enseñó a componer a los Tequila y eligió la Barcelona de Ocaña frente al Madrid de Alaska. Grabó discos y conoció modelos. Ahora, con ese quiebro de los grandes, ha conseguido que el mundo olvide que una vez estuvo a punto de conocer la fama con una canción sobre una bici robada.

Más de un lustro después de Mis posesiones vuelve con Desastre con patas, trece temas donde este amanuense de las melodías, entrega luz dominical y bollería recién hecha hasta en los días de hacienda. Comienza con destellos a lo Quincy Jones de los 80 para recordarte que en su habitación siempre tendrás mesa reservada. Un poquito de rock para la Virgen de los toros, acordes y reglones son una calada en el polen de la vida. Makaroff sabe que aún nos guardamos un hueco en nuestro corazón quemado para él. Fundación de la sapiencia, guitarra de Nile Rodgers, el caminante como oficio y un bigote bien afinado en Buenas intenciones.

Del solo de guitarra como un volcán pasamos a la bossa de Bizcochitos, con las guitarras de Ariel Rot y Makaroff que busca en el buzón una carta perdida de Jobim pidiéndole una letrita. Mi destino confirma que sus adláteres tenemos siempre hueco en sus pensamientos y Canciones mezcla a Robert Mitchum, Randy Newman y Gainsbourg cabreado porque no le dejan fumar. Ser parte de la historia te convierte en historia del pop. Un poco de religión jugado a ritmo de rap noventero, llámalo spoken word para un tipo que juega con las palabras como un Lego, metales contra la muerte eterna, un Cohen que cambia el plátano por el porongo en Pasando por aquí, con vitamínico estribillo incluido.

Mitología de Jerry Siegel y ciencia ficción de serie Z para alimentar el amor en la balada Conjuro, esa relación que Makaroff lleva incluyendo en sus canciones como una cinta de Moebius. Cabeza hueca es un canto hedonista a la cotidianiedad, un medio tiempo lleno de guiños, que, como otras canciones de los discos subterráneos de Makaroff, pueden servir de receta personal para sus oyentes. Recortes de violines y teclados sacados de bocetos de Lewis Carroll, todo el mundo sueña con ser un crooner reconocido por el mundo, Claro que sí.

Sufriendo estoico el capitalismo foráneo de su ciudad, su sonrisa sardónica llega Tu manera de ser, siempre con monedas falsas que cuela para pagar la elegancia, sean letras, foulares o sombreros. Amago de funk metal en Take Easy, batatón, sintetizadores de esos que venden ahora a buen precio los de Chocadelia Internacional, para demostrar que todo era una broma con Velitas, jugando con una percusión ensoñadora y una acústica de palo, para un cierre que tiene algo de penúltima tarta de cumpleaños. Seguimos esperando que el ascensor llegue al penthouse, Makaroff.

Sergio Makaroff Desastre con patas

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