El sinuoso camino del amor es el que comparte Pancho Gana en su tercer álbum. En diez canciones que transitan entre el pop y el indie, el chileno hace una declaración de principios e invita a que cada uno haga la suya, sin miedo, desde el amor, y (ojalá) bailando.
Qué: Disco (Beast Discos)
El amor es el principal motor del tercer disco de Pancho Gana. Es que en tiempos tan alborotados como estos, reflexionar sobre el sentimiento más puro resulta menester para no perder el foco. Como él mismo expresó a través del comunicado de prensa: «No hay rabia si no hay amor por cambiar las cosas. Todo nace desde ahí, desde el amor», y en Chile esa emoción se ha sentido fuerte –como pocas veces antes– y ha coloreado los distintos aspectos de la vida social. Las canciones y el oficio de hacerlas, por suerte, no han sido la excepción.
«Jugando a ser Lennon y McCartney fue que yo me enamoré», canta Pancho Gana en Te quiero tanto –canción que abre Amor moderno– y entrega de inmediato una pista de sus influencias, de esos crush musicales que calaron hondo y que le enseñaron (a él y a todo un planeta) la importancia que puede tener una melodía en la vida de alguien. Con esta idea en el aire, el compositor chileno escribió y produjo diez canciones en las que las grandes y pegadizas melodías –hijas de un legado pop tan argentino, como chileno, y acompañadas por artistas como Benjamín Walker, Dulce y Agraz, Noah Blanco y Pau, entre otros– son las verdaderas protagonistas.
Canciones como Como si fuera ayer y Todo o nada reflejan la inspiración que Gana toma de bandas como Virus o –para señalar algo más actual– Bándalos Chinos. Un sonido ochentero, lleno de capas y predominancia de sintetizadores en la que su singular y amistosa voz canta sobre la importancia del baile y del pensamiento crítico. Sí, ambas, como para homenajear un poco más al gran Federico Moura y su invaluable aporte a los hits bailables y a la poesía introspectiva y política. «No entiendo esa ambición que tú tienes, se te olvida cómo bailar acá. Estás apostando por algo que no va a sacarte de ese lugar. Solo te entierras más», canta para señalar algunas fallas del sistema hiper-consumista que existe en Chile desde septiembre de 1973.
Luego, con frescura y emoción, pone sobre la mesa el tema del amor en tiempos de cambios y revoluciones: «Me tiene un poco mal pensar más, que el mundo no pudiera cambiar y todo va a seguir igual. Pero eso no va contigo. Te mueves esquivando las balas que el mundo te pudiera lanzar. No hay ninguna forma de que no te haya visto, la verdad. En la casa bailas, en el arte y en los ojos de alguien más».
El sonido indie y lo-fi también cubre todo el álbum. Las guitarras que propuso Mac DeMarco en Salad Days (2014) se asoman delicadas y con nuevas perspectivas para aportar esa atmósfera suave, nostálgica y luminosa que caracteriza a Amor moderno y que logra ser la musicalización perfecta para invocar el proceso que conlleva el sentir amor por alguien, por algo, y querer ir a por ello: la esperanza, alegría, desencanto, tristeza, melancolía, resiliencia, enamoramiento. Todos esos momentos (en el mágico orden que sea) están sugeridos con frescura y ternura en las canciones que integran Amor moderno, como una mano que se abre para tomar la nuestra y acompañarnos en cualquiera sea el camino que estemos buscando para amar, para amarnos.