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viernes 19 de abril de 2024
Lucrecia Dalt

¡Ay!

Lucrecia Dalt

En su octavo álbum de estudio, Lucrecia Dalt, la artista colombiana radicada en Berlín, tiende nuevos puentes entre su propuesta vanguardista y las músicas latinas tradicionales que marcaron su niñez.

Qué: Disco (RVNG Intl.)

La obra de Lucrecia Dalt es un misterio abisal. Guiada por la música electrónica, la artista nacida en la ciudad de Pereira, Colombia, ha construido un universo sonoro profundo, delicado y tenue atravesando los océanos del pop electrónico, el art pop, el ambient, el avant-garde y la composición electroacústica, aprovechando las vastas posibilidades creativas que ofrece.

Así, desde mediados de 2007, cuando sorprendió a la escena alternativa Colombiana con su EP Like Being Home, hasta el álbum No era sólida, editado en 2020, Lucrecia, con residencia en Berlín y formada como ingeniera geotécnica, se ha convertido en una rara avis en el ámbito más agudo y desafiante de la música experimental, gracias a esa particularidad que la lleva a indagar más allá de los márgenes.

En ¡Ay!, su nuevo larga duración, Dalt vuelve a hurgar en las orillas pero avanza en una dirección insospechada para reconectar con su pasado a través de la música de su niñez, principalmente antillana: son, bolero, salsa, mambo y merengue. Pero no es un disco de regreso, todo lo contrario, y aunque Lucrecia haga parte de ese innumerable grupo de artistas latinoamericanas en la diáspora, este es un álbum conceptual y futurista, y telúrico a la vez, porque partiendo de la exploración y codificación de esos aires musicales crea una historia de otro lugar y de otro tiempo: al planeta Tierra llega Preta, un ser de forma alienígena consciente que ha adoptado un cuerpo nuevo con el que experimenta el significado de los sentimientos humanos como el amor, la trascendencia y el arraigo.

En 1992 el Grupo Niche, legendaria orquesta de salsa colombiana, cantaba: «A lo lejos se ve mi pueblo natal… Se vienen a mi mente bellos recuerdos… Luces de esperma que al fondo se divisan, titilantes igual que estrellas en el cielo». Treinta años después Lucrecia Dalt juega con la atemporalidad de la añoranza en la canción Bochinche: «¡Ay! decime cómo me ves en este traje tan particular que me he pillado arriba, en la bruma del allá. ¡Ay! decime cómo me ves en este traje tan singular que me he compra’o con unos etéreos de más».

En menos de treinta y cinco minutos y diez piezas musicales con trompetas, clarinetes, contrabajos y diferentes instrumentos de percusión latina como vasos comunicantes, sostenidos por delicadas e hipnóticas atmósferas de sintetizadores y spoken word –y en donde, después de casi una década, la autora vuelve a usar su lengua materna–, Lucrecia apela a sus maneras minimalistas y elabora un viaje al centro de la Tierra, del alma humana y de la tradición musical del Caribe para concebir la música de un mundo nuevo en una tierra vieja.

¡Ay! Lucrecia Dalt

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