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miércoles 1 de mayo de 2024

Infancia y juventud. Memorias

Fito Páez

Todo hombre, todo artista, todo genio, siempre tiene un pasado, una infancia, una adolescencia, una pérdida de virginidad, un primer piano, las primeras lágrimas. Es el primer cemento del mito.

Qué: Libro (Planeta)

En Rosario Central, en la Normal número 1, el primer cigarrillo, la cancha de la luz. Fito Páez es un niño que escucha al fantasma de Perón en la voz de Leonardo Flavio. Son quince años. El proceso está en las calles. Nos negamos a ponerlo en mayúscula. Fito no es consciente. Solo el silencio de las calles. Su padre le pide prudencia. Rosario está muy lejos de Buenos Aires. Los domingos en la tienda de discos, Piazzolla y Jobim. La Máquina de Hacer Pájaros en el interior, Charly con una flor en la boca.

Aparece Fabián Gallardo, que estará junto a él muchos años. Tecladista y rock. Charly y Seru Girán, Charly y Spinetta. Y Juan Carlos Baglietto. La vida es una moneda. Un loco en su calesita. Un día en una pollería. No volverá a trabajar. Fito es un hombre de palabra. Almas de diamante, la merca cerca, la heroína y sus dedos, la merca y el tango. Entre Rosario y Buenos Aires. Viaja y pasa frío, duerme sobre un petate. Se alimenta de fasos.

Lee a Enrique Symms. Parando en lugares distintos. El alcohol directo al estómago, a los ojos, a las orejas, a todos los lugares de la flaqueza extraordinaria. Y en Obras Sanitarias llega la Trova y llega Charly García y Andrés Calamaro. ¿Tenemos mala onda vos y yo? Charly es dios. Charly quiere al rosarino, para el rosarino es su primer o su segundo amor verdadero. Charly tiene Clics modernos, define y da cintas, guías, aparece y desaparece, mago en el zurrón de una época. Y Fabiana Cantilo en los coros. Y los demás. Y Buenos Aires. El interior, la lucha por la supervivencia: frente a Fito pasan Los Twist, Los Abuelos de la Nada, Virus, Soda Stereo y Alfonsín. Graba Piano bar con la banda en directo. Whisky de la botella. La banda lo mira a él. Ya no solo mira a Charly. Charly lo hace tocar de espaldas. Da igual.

Firma para ser solista: Kennedy y tras tres agujas. Brasil y Cuba. Llega Giros. Es más tango que el tango. No se sabe a quién echa el cable a tierra, a su maestro o a su amor. A él mismo, en las esquinas de Buenos Aires se huele la democracia. Y en las de Rosario la muerte. La muerte de las tías, el padre ya muerto, la pólvora, los lloros. Fito es un fantasma que graba junto a Spinetta. Suficiente para entrar en el Olimpo. Pero él está en el abismo, en la Ciudad de pobres corazones. Es el príncipe de la oscuridad. Es el signo de los tiempos. Bailar o mirar cómo bailan. El trago, los lentes, la mañana de antes de Navidad. La ciudad de los pibes sin calma.

Fito escapa hacia delante. El plan Austral, leer a Bukowsky para escribir Polaroid de locura ordinaria. La segunda parte, el chico de la tapa. El hip hop en el tercer mundo. Me voy y vengo. Madrid agoniza. Chico Buarque tiene puestos los anteojos… y dale, dale alegría a tu corazón. Las hinchadas lo reconocen como uno de los suyos. Cecilia y Fabiana. Las mujeres de Fito.

Fito es una mujer en un cuerpo de niño. Y llega el año 1992. Como antes llegó el 1990. Y el 1991. Y escribe las canciones, él las puso en tu walkman. El pelo muy largo, sin gafas, camina miope hacia el escenario y hay diez mil millones de personas que quieren escuchar su música. Nosotros escuchamos y leemos. Qué bello será el próximo abril.

> Leer fragmento aquí.

Fito Páez Infancia y juventud. Memorias

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