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sábado 27 de abril de 2024
Gualberto

Vericuetos y tarantos

Gualberto

Gualberto, que nació en Triana el verano del 45, es fundamentalmente recordado por dos discos que se salieron de la órbita del rock español de 1975, con el barroco A la vida / Al dolor, y 1976, cuando llega a su cumbre preciosista con Vericuetos. Alrededor de estos dos LPs gira la siguiente entrevista, realizada en 1999 por Luis Clemente y publicada originalmente en el Especial 70 de ZdeO, que revisa el entorno de este inquieto guitarrista y tocaor de sitar.

 


#HemerotecaZdeO
Entrevista realizada en 1999 y publicada en el Especial 70 de Zona de Obras


 

 

El primer disco lo hice al volver de Estados Unidos, donde estuve tres años y allí conocí a dos de los músicos que tocan en él: el violinista Arthur Wolh, con una cultura inmensa de clásica, jazz, cosas de la India… era profesor de tai-chi; sabía música y con él aprendí muchísimo, puesto que en ese disco empecé a escribir la música de los demás instrumentos. Yo improvisaba.

Los diálogos de guitarra y violín que mantenéis son muy característicos del sonido de esos dos LPs.
Exactamente, eso se dio en llamar rock sinfónico y nunca mejor dicho en mi caso porque la música la escribía igual que cualquier clásico.

El otro músico americano era Todd Purcell, que tenía un toque a lo John Wetton de King Crimson.
Todd tenía una voz privilegiada, como no había nadie aquí. Su influencia grande, en la música y en la vida, era el country, tipo balada. Yo fui metiéndolo en el rock, porque en América los ambientes country y rock no se mezclaban, aunque ya salía el country-rock. Todd decía que mi voz era, cuando canturreaba, como la de Roger McGuinn.

¿El cantante venía del country y el violinista de la clásica?
Sí, Art venía de una clásica con influencias de jazz y de otras cosas, con buen gusto, muy trabajador y podía improvisar.

Le gustaba el flamenco.
Con locura. Hizo una cosa que al cabo de los años le vi la lógica. Yo le enseñé los fundamentos de la soleá, la seguiriya, las bulerías, las alegrías… pero cuando llegó a Sevilla, para tocar, tomó clases de baile. Decía que tocaría mucho mejor si conocía a fondo el ritmo.

¿Cómo conocistes a Todd?
El era «housekeeper» de una gran mansión, porque yo vivía en uno de los sitios residenciales más ricos de Estados Unidos. Él cuidaba la casa de unos magnates que vivían al lado, cogimos contacto porque a mí me siempre me ha gustado mucho el country y a él le encantaba cómo tocaba yo flamenco. Esa mezcla de country y flamenco por un lado, y la música clásica de Art, es lo que da la clave a ese disco. (1)

Gualberto

«El primer disco lo hice al volver de Estados Unidos, donde estuve tres años y allí conocí a dos de los músicos que tocan en él: el violinista Arthur Wolh, con una cultura inmensa de clásica, jazz, cosas de la India… era profesor de tai-chi; sabía música y con él aprendí muchísimo, puesto que en ese disco empecé a escribir la música de los demás instrumentos. Yo improvisaba»

Eso y lo que arrastrabas de la Incredible del disco que grabaste en Barcelona. (2)
Sí, la Incredible String Band.

Ese sonido no se hacía por entonces en España, quizás Tilbury…
Sí, creo que eran los únicos. Bueno, yo sigo haciendo en la Bienal (3) cosas de ese tipo, con sitar, sarot, dobro, milruba, todos esos instrumentos acústicos rozando el blues y el country…

En Vericuetos ya entró Marcos Mantero, que dio otro sonido.
Unía más la cosa sinfónica por los sonidos sintetizados. Yo hablo de sinfónico en el término literal, pero cuando se habla de rock sinfónico se habla más de síntesis. Ese disco tenía las dos cosas, una estructura muy clásica a nivel de escritura y el teclados de Marcos, que le dio el sonido típico de la época. En el primer disco hay más flamenco: está Morente en Prisioneros, y Terraplén, que es una soleá con sitar. Hay una mezcla curiosa. En The Watersong, donde hago «fingerpicking», la mano derecha en la guitarra de country, sin embargo las armonías eran de clásica. La cantaba Todd de una manera magistral.

Es curioso que hicieras A la vida / Al dolor y Vericuetos justo en medio de aquel disco de rock-folk de comienzos de los 70 y el que hiciste con un septeto de música clásica al final de la década.

Sí, pero en el clásico no toco (4). En realidad sí toqué la guitarra, pero los músicos de la Orquesta Nacional que tocaron ahí se perdían cuando yo improvisaba, era algo muy mecánico que no despegaba nunca. Esos temas estaban pensados para lucirme yo como solista. Si hubiera dejado la guitarra la unión hubiera sido más grande con los otros dos discos, y esa unión no la he vuelto a tener, porque ahora hago conciertos de clásica, de flamenco o de rock, pero juntos no los hago nunca. Y esos dos discos tienen la síntesis de toda mi música. Para mi gusto, muy completos, mucho más del disco que hice años después (5). Pero volviendo a Otros días, fue un salto en el vacío donde ponerme de rockero a casi director de orquesta. Pero fue un problema de presupuesto, es que está tocado muy lento, en directo yo lo hacía más rápido, incluso en temas que se adaptaron en la segunda época de Smash (6).

Aquellos dos discos rompieron con esa síntesis y además fueron de los primeros del subsello Gong.
Sí, estaba con Triana, Granada, Tilburi, Eduardo Bort, Goma y Lole y Manuel.

¿Qué recuerdos tienes de aquella época, de aquellos conciertos?
Muy buenos recuerdos. En directo enlazábamos con la época de Smash, porque los solos que hacíamos eran cada vez diferentes, más largos que los del disco, y la gente salía encantada. Era la época.

¿Qué grupo español era tu favorito?
El de mi amigo Jesús de la Rosa. Por aquí mismo, paseábamos con dos amigas él y yo (7). Tele también era muy buen amigo, y cuando iba a Madrid me quedaba siempre con ellos. Triana me gustaba mucho, pero Imán me tiraba también porque era más afín a lo que yo hacía. Compartíamos al teclista, Marcos. Teníamos muchas cosas en común, y en el libro que hiciste nos pones juntos. Pero yo era más flamenco, y mientras ellos iban más por Yes y a mí me gustaba más entre Pink Floyd y Jimi Hendrix, Cream.

Gualberto

«Yo hablo de sinfónico en el término literal, pero cuando se habla de rock sinfónico se habla más de síntesis. Ese disco tenía las dos cosas, una estructura muy clásica a nivel de escritura y el teclados de Marcos, que le dio el sonido típico de la época»

El sonido del grupo Granada también tenía contactos con el tuyo.
Sí, además Carlos Cárcamo grabó conmigo la flauta. También me gustaban Goma y Tilburi, éramos gente que estábamos haciendo, con matices, lo mismo. Hablamos de esa época pero antes estaba Smash, que anunciba un poco lo que iba a venir. Después llegaron Alameda, Medina Azahara…

…Que perdieron el sabor de aquellos grupos de Gong, se estabilizó el espíritu underground.
Sobre todo Alameda.

¿Se ha puesto en su sitio a Smash, con las reediciones en CD, o hay mucha gente que lo mitifica sin haberlos escuchado?
No creo que esté en su sitio porque Smash era un grupo de directo, éramos muy anárquicos. Los discos los hicimos a la primera, sin elaborar, pero en directo dábamos más de sí. Había una gran confianza entre los músicos y un disfrute tan grande en el escenario que reinventábamos la música. Estábamos descubriendo el mundo.

Habéis coincidido cuatro Smash en el disco de Manuel (9).
Manuel es de los mejores músicos que ha dado Triana, uno de los grandes. Sin dudarlo. Lo hicimos a la primera, sin repetir nada.

Como aquel disco que hiciste con Agujetas (10), grabado en un ratillo.
Sí, el tiempo que duró, hicimos una canción detrás de otra. Yo tenía a Agujetas en mi corazón y en mi mente, porque en América escuchaba mucho un disco suyo, otro de La Niña de los Peines y otro de La Piriñaca. Era el flamenco puro, conocía de memoria cada quejío… y lo que yo aprendí a tocar el sitar escuchando Agujetas. Entonces fue para mí una cosa casi mágica el que apareciera en los camerinos de la presentación de mi disco en el Monumental de Madrid, que al final del concierto se subió Agujetas para hacer una seguiriya de veinte minutos. Al cabo del tiempo me llama y me dice que quiere grabar un disco conmigo; cogí el avión y lo hicimos en directo. Para mí fue una experiencia muy buena escuchar a mi ídolo prácticamente en la oreja, y yo tocaba con sentimiento, fue un disco emocionante para mí.

¿Qué se te viene a la mente cuando ahora escuchas A la vida / Al dolor y Vericuetos?
Que las cosas cambian mucho. Antes la guitarra salía por los amplificadores potentes Marshall y ahora son más pequeños y sofisticados, y con un micro sale a través del equipo de sonido, cuando no son módulos con válvulas. El sonido que se me viene a la mente era maravilloso, mi guitarra me daba en la espalda, era atronador, un sonido fuerte con música muy sofisticada. Ahora para escuchar ese sonido tienes que irte al heavy, con menos armonía y más distorsión. Yo ese sonido ahora no lo encuentro.

 


 

(1) De los nombres de aquel primer disco, hay hoy dos bajas: el batería, el también americano pero nacido en Sevilla Willie Rodríguez, que se suicidó, y Art, en accidente de tráfico.
(2) Gualberto grabó en 1979, en una de sus fugas de Smash, un LP que no llegaría a publicarse hasta 1978, tras Vericuetos.
(3) La Bienal de Flamenco de Sevilla es un festival en el que Gualberto estrena, cada dos años, una obra exótica.
(4) LP Otros días (Movieplay, 1979).
(5) CD Sin comentario (Lost Vinyl, 1996).
(6) En 1979 volvieron a tocar juntos Julio Matito, Gualberto y Antoñito Smash, hasta la muerte del primero.
(7) La entrevista se hizo junto a un paseo en Sevilla, al borde del Guadalquivir.
(8) Historia del rock sevillano. Libro-CD, 1996.
(9) Manuel Molina acaba de publicar su primer disco en solitario, donde le acompaña y produce Antoñito Smash y aparecen Henrik y Gualberto.
(10) Gualberto y Agujetas (Fonomusic, 1988)

 


 

DISCOGRAFÍA
A la vida, al dolor (Movieplay, 1975)


Vericuetos (Movieplay, 1976)


Otros días (Movieplay, 1979)

Puente mágico (Dial, 1983) / Gualberto y Ricardo Miño


Gualberto y Agujetas
(Fonomusic, 1988)

Gualberto discografía