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miércoles 24 de abril de 2024

Palmerita, palmerita

Ruiseñora

La belleza se encuentra en la simbiosis definitiva entre tradición y electrónica, entre géneros de radio a pilas y programas que generan beats con inteligencias febriles. Ruiseñora ha dado un paso más allá, con voces y bases, bases y voces que cautivan al oyente, llevándolo a un lugar que nunca hubiera soñado alcanzar.

Que: EP (Raso)

Leemos la expresión folktrónica y todo parece cuadrar durante un instante, desde Canarias, Ruiseñora mezcla al Guincho con Nine Inch Nails, a Coconot con el saxo de David Bowie en Subterraneans. Sobre el blanco del portal se escriben los poemas de Higos e higueras, con la sal y el agua escasa, trópico ibérico, de Extremadura a Canarias hay poca sombra y alguna palmera.

En Los charcos el canto se mezcla con drum&bass sin ningún pudor, llevando al espacio desconocido nuestros sentidos más primarios. Llevamos años tratando de encontrar el punto justo entre la tradición y la modernidad, entre lo orgánico y lo sintético y, cada vez con más frecuencia, no hay punto medio, hay simbiosis, como en el caso de Ruiseñora, que nos lleva a un precipicio emocional con la distorsión ruidista.

Ruiseñora

Distorsión con la que comienza Que para luego arrastrarnos en cántico hacia los ángeles de Rafael Alberti o un autómata que podría hacerse pasar por aquellos Orbital de los 90, cuando Lagartija Nick soñaba con el metal de la garganta de Enrique Morente: abrumados por el amor desaparecido Cuando llora una palmera, una buganvilla eleva su color hasta transformarse en melodía y entonar una nana que cruzaría un océano, como una cupletera sideral.

Un zumbido de amor y muerte, un camino que nadie había transitado todavía, un piano que cae como gotas o como lágrimas, llega el final con Echa el pestillo, con el sonido acuático de Cocteau Twins, como si la respuesta estuviera en el mar que separa la península de las islas.

Ruiseñora Palmerita, palmerita

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