Culturas contemporáneas de España y Latinoamérica a diario
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viernes 19 de abril de 2024
La Bien Querida Redpem
La Bien Querida

Recomendaciones REDPEM 87. Cantoras de ayer y hoy II

Proseguimos en REDPEM con las celebración de la obra de cantoras que nos han acompañado de años a la fecha, a la par de otras de más reciente aparición que de igual manera recomendamos ser escuchadas y conocidas. Ésta es nuestra segunda entrega, en la que de nueva cuenta se destacada un disco de una cantora «consagrada», por decirlo de alguna manera, y se enlistan otros cuatro que son considerados relevantes en el mapa musical de cada una de las y los melómanos y periodistas aquí presentes.

 


Redpem Luisa Piñeiros

LUISA PIÑEROS (Colombia)
Bonito que canta, de Petrona Martínez
«Cuando tenía sesenta y tres años, Petrona Martínez editó el álbum Bonito que canta. Esta mujer de carácter dulce y con una sonrisa permanente en el rostro, hacía 2002 estaba viviendo su momento estelar en la música. Nunca imaginó que su voz le iba a dar la vuelta al mundo, que esa vida sacando arena en los arroyos de su natal San Cayetano y posteriormente Palenquito donde se radicó, se iba a transformar en algo más prolífico.

Antes de la llegada de Bonito que canta, Petrona ya había publicado de manera incipiente Colombie: Le Bullerengue (1998), La vida vale la pena (1999), discos que no tuvieron mayor repercusión comercial pero que sí le abrieron una primera puerta en el mercado de la world music.

La Reina del Bullerengue no advertía lo que le iba a traer Bonito que canta. Fue de la mano de Rafael Ramos Caraballo como consiguió una nueva mirada a sus composiciones, que no eran más que un puñado de relatos y vivencias sobre la cotidianidad de su pueblo. Canciones con un aura artesanal, espontánea, provenían de la imaginación de esta mujer que en su alma alberga la sabiduría de sus ancestros y las enseñanzas de su abuela, tías y madre, de quienes aprendió los asuntos del canto.

En 2001, para la grabación de este disco, Petrona cruzó el continente para llegar de las empolvadas calles de Palenquito, al frío absorbente del Reino Unido. Junto a los músicos y su productor Rafa Ramos, se instalaron en un barrio de inmigrantes en Bristol para comenzar una aventura que duró tres meses en una ciudad desconocida y ajena para ella, lejos de su arroyo, sus animalitos, y los casi treinta y conco grados de temperatura. El resultado de esos tres meses de trabajo constante, sacrificio y nostalgia por el hogar, se escucha en doce canciones que se han convertido en patrimonio para la música afrocolombiana.

Bonito que canta reúne la esencia de esta mujer de origen campesino, cuyas raíces naturalmente provienen de algún lugar en África. En ella está contenida una herencia cultural que sin saber leer o escribir a la perfección, pudo materializar a manera de canciones. La prueba más fehaciente es el tema La vida vale la pena que compuso una tarde sacando arena del arroyo. Un homenaje al trabajo arduo de las mujeres y hombres que subsisten gracias a esta labor.

Uno de los momentos más sobrecogedores del disco es la versión de Tierra santa al lado de Totó la Momposina. A ritmo de bullerengue estas dos voces se encontraron para honrar el lugar de nacimiento de Petrona, y a su vez exaltar la figura del tamborero, vital en estas músicas. Toda la herencia negra se siente en el canto de Mi mamá ábreme la puerta. Un bullerengue a capela con un toque supersticioso en el que se menciona al diablo, una figura recurrente en las músicas del caribe.

Pero esa nostalgia se rompe abruptamente con El parrandón, una canción a ritmo de chalupa que suena más un testamento cantado de doña Petrona, advirtiendo qué debemos hacer el día que ella parta al más allá: El día que yo me muera que formen un parrandón. Que vengan mis compañeros que toquen y beban ron. Llama mucha la atención A recogé-correrá la bolita, un canto de arrullo que suena a ronda infantil. Este tipo de temas es muy usual en el Caribe colombiano, donde los niños aprenden la música a través de las adivinanzas y juegos. Bueno, lo curioso es que las voces de niños y niñas de la escuela Weston All Saints que aparecen en este corte, no hablaban ni una gota de español. Ahí estuvo la magia de Rafa Ramos como productor y arreglista.

Este fue el primer disco de Petrona que logró distribución a nivel nacional en Colombia gracias a el sello MTM. Y eso no es todo, logró una nominación al Grammy Latino como “Mejor disco de folclore” en 2002. No se llevó el galardón, pero sí hizo que Petrona Martínez quebrara los paradigmas de la industria. Una mujer de origen humilde que fue descubierta en 1984 cuando cantaba en el arroyo mientras lavaba ropa, una mujer que cuidó de todos sus hijos y nietos, una mujer aguerrida, alegre, resistente. Una mujer que le ha dado identidad a un país que no se conoce así mismo.

A pesar de estar limitada físicamente para cantar, debido a una isquemia cerebral sufrida en 2017, sabemos que hay un legado y que un capítulo en la historia de la música lleva su sonoro nombre.
Petrona es una contadora de historias por naturaleza. Si no lo creen, denle play a este álbum y al final no les quedará duda de lo Bonito que canta».

Petrona Bonito que canta

 


 

David Cortes Redpem

DAVID CORTÉS (México)
Zion, de Ely Guerra
«Susurros, gemidos, voces que no articulan significados, multiplicación de las mismas, murmullos, un procesamiento ligero aquí, tal vez un poco de eco, algo de delay, en ocasiones alguna cama leve de teclados (Grandes esperanzas), canciones, también canciones, pero no más. En este disco Ely Guerra se muestra sin afeites o maquillaje.

Zion es la clase de disco en donde el inconsciente aflora para beneplácito de los escuchas. Aquí hay ecos milenarios, todos aquellos que ha perpetrado la voz y que surgen de forma espontánea; lo mismo hay instantes en donde los temas tienen ecos de una nana, otros en donde la reverberación (apenas una manita) nos hacen pensar en un espacio inmenso. A veces se instala el espíritu de la música coral eclesiástica, algo de flamenco; la rapsoda, la sacerdotisa… pongan el estereotipo que gusten y seguramente algo habrá para todos los gustos, pero especialmente para las imaginaciones.

En apariencia se trata de un disco sencillo dado que no cuenta con instrumentación alguna, pero debajo de él se advierte un meticuloso proceso de producción (tarea que ella misma encaró y en donde contó con la colaboración de Frank Filipetti) que hace de la voz un instrumento (¿habrá la Guerra cubierto todas sus capacidades vocales o aún le queda algo por explorar?) y que por momentos sobrecoge dada su belleza (ahí está como ejemplo el crescendo al final de Into The Desert).

Polifonía de voces, ordenamiento de las mismas a veces en canon (Harmonic), bilingüe, Zion es también un retrato del carácter aventurado de su autora. Si bien la voz como la presenta en esta ocasión la Guerra no tiene ninguna novedad si consideramos que hay varias mujeres y hombres que han dedicado su vida a ello, lo cierto es que en el ámbito en donde la oriunda de Jalisco se ha movido desde su arribo a la escena musical, sí se trata de un movimiento arriesgado, aunque no inusual si consideramos que ya en trabajos previos se había decantado por hacer a un lado la dotación instrumental para apenas hacerse acompañar por el piano (El origen, 2014) o internado en otros géneros (Invisible Man, 2011).

Tal vez Zion no sea el punto culminante de esta faceta de Ely Guerra, me gusta pensarlo como una obra en proceso, como un manifiesto y una declaración importante de lo que una cantante que se sabe dueña de un potente instrumento busca hacer. Ella está a la busca de nuevos territorios, quiere llevarnos a ellos y al mismo tiempo descubrirse más a sí misma. Sí, todavía más».

Ely Guerra Zion Redpem

Hasta la raíz, de Natalia Lafourcade (México)
Arpía, de Cecilia Toussaint (México)
Mar adentro, de Eugenia León (México)
La llorona, de Lhasa de Sela (Estados Unidos/México)

 


 

Catalina Maria Johnson REDPEM

CATALINA MARIA JOHNSON (Estados Unidos)
Canciones de mi Padre, de Linda Ronstadt
«Cuando Linda Ronstadt, denominada la “Reina del rock”, lanzó su decimoquinto álbum a finales de 1987, ya llevaba varias décadas al frente del género alternativo de country rock. Sorpresivamente para muchos, grabó Canciones de mi padre, trece canciones de mariachi en español. Pues a pesar de su apellido alemán, el abuelo de Linda, Federico, había nacido en Sonora, México, e inclusive había fundado en Tucson, Arizona, el Club Filarmónico Tucsonense, la primera orquesta profesional de esa ciudad.

A la fecha de hoy, Canciones de mi padre es el álbum de mayor número de ventas en los Estados Unidos cuyas canciones no fueron cantadas en inglés, y el único grabado con tres de los Mariachis más legendarios del mundo: Mariachi Vargas de Tecalitlán, Mariachi Los Camperos y Mariachi los Galleros de Pedro Rey.

El álbum trazó un camino musical entre la diva de la música ranchera mexicana, Lola Beltrán, la cantante fronteriza Lydia Mendoza, y otras artistas contemporáneas que hoy no dudan en cruzar fronteras musicales con facilidad y gran aplomo en sus composiciones y interpretaciones, desde el mariachi femenil neoyorquino Flor de Toloache a la legendaria Lila Downs.

Hoy día, una enfermedad cerebral limita el canto de Ronstadt, pero esas trece canciones divinas, impulsadas por la magnífica voz de Linda, potente y a la vez aterciopelada, que lleva en su ADN el fraseo exuberante de una mexicanidad que se manifiesta sin titubeos y con inmenso orgullo, ofrecieron en cada nota las posibilidades de una identidad que se nutre no solamente de su entorno, pero además, de las raíces del país de origen. La huella de esa voz en nuestros corazones es indeleble».

Linda Ronstadt Redpem

Tempus, de Don La Nena (Brasil)
Cubafonía, de Daymé Arocena (Cuba)
Espiral, de Okán (Cuba)
Lo sagrado, de Silvana Estrada (México)

 


 

José Manuel Gómez Gufi Redpem

JOSÉ MANUEL GÓMEZ GUFI (España)
Cante de mujer, de Carmen Linares
«En los años 70 decían que no daba la imagen de cantaora flamenca, que parecía una estudiante. Carmen Linares revolucionó el panorama flamenco reivindicando el cante de mujer antes de que se convirtiera en un ejercicio rentable a la hora de recolectar talentos. Carmen representa el rigor del cante clásico y el impulso del contemporáneo.

La siguiente hornada procede de la copla, la inteligencia y la canción latina caso de Martirio, Silvia Pérez Cruz, del rock y la rumba (Maui) del jazz (Buika, Sandra Carrasco) del estudio, la reflexión (Rocío Márquez o Naike Ponce). Hay mujeres de todos los calibres sonoros desde las atmosféricas Mariola Membrives, Bego Salazar y María José Llergo. O las que no admiten demasiadas etiquetas como Amparo Velasco La Negra.

No faltan los que han nacido en un entorno donde se amamanta el cante desde la cuna caso de La Susi, La Kaita, Remedios Amaya, María Terremoto, Alba Molina, Estrella y Solea Morente o Lela Soto. No podía faltar el raro efecto multiplicador de conversaciones de Rosalía. Caso aparte las guitarristas encabezadas por Antonia Jiménez. Quizá sea el momento de reconocer a la jefas del baile contemporáneo encabezadas por Rocío Molina y Belén Maya bien secundadas por Eva La Yerbabuena, Sara Baras, María Pagés, Olga Pericet, Patricia Guerrero, Ana Morales, Leonor Leal, La Moneta, Pastora Galván».

 

Mi niña loba, de Buika (España)
Delirium tremens, de Rosario La Tremendita (España)
A Bola de Nieve, de Martirio & Chano Domínguez (España)
Salazar, de Salazar (España)

 


Redpem Zoila Antonio

ZOILA ANTONIO (Perú)
María T-Ta y El Empujón Brutal, de María T-Ta y El Empujón Brutal
«De Patricia Roncal (1961-2012), más conocida como María T-Ta, se ha vuelto a escribir y reivindicar su figura transgresora en los últimos años en el Perú; sin embargo, es momento de que su legado se expanda por toda la región, al ser considerada la pionera del rock feminista en el país.

Siendo parte del movimiento de rock subterráneo, un fenómeno contracultural que surgió durante el Conflicto Armado Interno en el Perú, fue la vocalista de María T-Ta y El Empujón Brutal en 1986. La banda punk rock / chongo rock conformada, además, por Iván Santos (guitarra), Támira Basallo (bajo) y Gustavo Valdivia (“Kimba” Vilis) en la batería, tuvo una corta trayectoria. Sin embargo, en el año 2000, una disquera Do it yourself decidió reeditar sus canciones en formato casete, con ocho temas en el lado A y en el B, siendo seis de ellas repetidas.

El álbum abre con uno de sus temas más populares: La pituchafa. El título nace de la combinación de los peruanismos “pituco/a” (adinerado) y “huachafo/a” (de gustos o vestir extravagante). Al inicio, se escucha a Patricia imitar lo que sería la forma de hablar de una “pituca”, para luego narrar un día en la vida de esta persona, en medio de los coches bomba que, durante aquellos años, sembraban terror en Lima. La segunda canción se llama El amante de Rony, en el que juega con técnicas del teatro y la sátira, que se evidenciaban en sus presentaciones en vivo.

La canción Tu tía Sarita se echó mi colonia juega con los simbolismos, al hacer alusión a un personaje popular peruano, como es Sarita Colonia. Aquí, hace referencia al catolicismo de manera irreverente y a su estilo. “Tía ya no quiero puré de papas, mejor en el Vaticano me almuerzo al Papa”, asegura. Patricia comentaba, en entrevistas, que deseaba denunciar el conservadurismo y al Estado ligado al catolicismo, pese a que se considera laico en el Perú. “Lo que se debe perder son los valores impuestos, como la virginidad”, afirmaba.

Los simbolismos antes mencionados y este rechazo hacia la religión también se reflejan en el tema De huevo al culegio (De nuevo al colegio), donde expresa lo complicado que puede ser ir a estudiar, no acatar lo que dicen los profesores (como rezar el Padre Nuestro) y terminar castigado. Asimismo, combina sonidos que se escuchan, usualmente, en los desfiles escolares. Este tema no tiene nada que envidiar a cualquier producción de bandas estadounidenses como Bikini Kill o Bratmobile.

Otra de las canciones más populares de María T-Ta es La desbarrancada. “Para esas chicas que van a Barranco porque está de moda”, señala en una grabación hecha en su misma casa. Después de escucharla, la oración “Miraflores y Barranco son la misma patada” queda resonando como eco, al apuntar que estos dos distritos de Lima se han puesto de moda entre los jóvenes que aspiran a ser considerados intelectuales.

Luego viene No te hagas palta, frase que contiene un peruanismo que hace referencia a no avergonzarnos. La siguiente canción se titula La solterona, donde la artista utiliza un velo de novia y un ramo de flores en sus presentaciones para decir que ser una mujer soltera no es un delito: “Afuera con esos rollos (de que ser soltera ‘está mal’) (…). Nunca me quiero casar”. Este discurso molestaba dentro del movimiento subterráneo, compuesto en su mayoría por hombres, donde, más adelante y con su nueva banda de sólo mujeres, llamada La Concha Acústica, no dudarían en atacarla por su connotación de género. Asimismo, coincide con los temas tratados en su propio fanzine llamado Punto de Placer.

La secretaria se crea en respuesta a la canción de Mocedades, “Secretaria: la que escribe, escucha y calla”. María T-Ta hace una contraposición a esta imagen, al reflejar a una secretaria que está cansada de su jefe y que pide un aumento de salario porque no le alcanza para vivir. En el lado B encontramos Se necesita muchacha (muchucha), en el que se trata el tema de la vulnerabilidad de los derechos laborales: “Todo el día barriendo, trapeando, limpiando” y cómo los empleadores se aprovechan de la ama de llaves.

A través del punk y el chongo rock (usado de manera inteligente), Patricia Roncal, María T-Ta, no sólo pudo expresarse, sino que creó y revolucionó cómo las mujeres eran vistas en la música peruana, al trasmitir “la rabia que me da ver lo jodidas que están las mujeres (en la sociedad)” y hablar de problemas que nos afectan. Sin duda, un mensaje y una postura que han cobrado mayor importancia al pasar los años y que marcaron su desaparición de la escena que la rechazó, pero que ahora la admira, investiga más sobre ella y la respeta».

María T-Ta Redpem

Tus sueños siempre serán los míos, de Verano del 83 (Perú)
Eterno retorno, de Perra Vida (Perú)
Brujería, de La Bien Querida (España)
Selva, de Karina Vismara (Argentina)

 


Fernando Rosa Redpem

FERNANDO ROSA (Brasil)
Estreite, de Josyara & Giovanni Cidreira
«Josyara es bahiana, cantora, compositora y violinista. Es uno de los nombres más importantes de la nueva generación de artistas brasileños, al lado de Ze Manoel, de Pernambuco, y muchos otros. Su voz negra y fuerte es acompañada por una guitarra brillante y nerviosa.En 2020 ella lanzó uno de los discos más bonitos del año. Titulado Estreite, disponible apenas en versión digital, es una colaboración con el también bahiano Giovani Cidreira.

El álbum trae ocho canciones inéditas, con autoría dividida entre los dos compositores. El disco tiene la producción de Junix, del grupo BaianaSystem, también destacado en la nueva escena brasileña. Entre sus canciones, Vira es una declaración en defensa de la unión latinoamericana. “Eu sou você cuspindo fogo, Latinoamerica” (Yo soy tú escupiendo fuego, Latinoamérica), canta ella, sintonizando el país con el continente.

De acuerdo con Josyara, en entrevista publicada en la revista Noize: “pienso que ella habla por sí sola de la fuerza con que quiere vibrar, esa voluntad solar de movimiento. Movimiento, y reconocimiento de su ancestralidad, reconociendo la historia, y sin dudas estrechando también con aquello con que la gente se identifica”. Con el disco Mansa fúria ella abrió las puertas de los medios, los festivales y los escenarios. Este año, la cantora lanzó también el sencillo Má-lide».

Estreite Redpem

Vertigem, de Paola Kirst (Brasil)
Virada na jiraya, de Flaira Ferro (Brasil)
Bom mesmo é estar debaixo d’agua, de Luedji Luna (Brasil)
Baby Acústico, de Luê (a dúo con Mateo Piracés, de Francisco El Hombre) (Brasil)

 


Enrique Blanc Redpem

ENRIQUE BLANC (México)
Romancero, de La Bien Querida (España)
«Me pasa de forma muy similar como a mi colega Lara López: No termino por decidirme a quien reseñar en esta entrega de recomendaciones para Zona de Obras. Y es que son tantas las cantantes a las que entrego mi admiración que resulta complicado quedarse con una sola. Y eso que a través de Cantoras todas –el libro que publicamos a finales de 2020 los asociados a la REDPEM–, pude dar rienda suelta a varios de mis sentimientos de reconocimiento por el trabajo de tantas de ellas. En especial, de quien escribí, Silvana Estrada. Pero bueno, es que también están allí Marisa Monte, Rita Guerrero, Juana Molina, a la par de Cecilia Toussaint y La Lupe y Julieta y Andrea y la Mala y Sofía Viola e Yma Sumac, por mencionar a algunas.

En fin que me quedaré con Ana Fernández-Villaverde, es decir La Bien Querida, esa española imparable que te sacude en cada nuevo lanzamiento. Pero, entonces, viene otra encrucijada. ¿Qué disco elegir si me gustan todos? Romancero (2009), Fiesta (2011), Ceremonia (2012), Premeditación, nocturnidad y alevosía (2015), Fuego (2017) y Brujería (2019), todos editados por esa discográfica que trabaja con una pasión a flor de piel y un refinamiento ejemplar de años a la fecha, Elefant Records.

En fin que, optaré por el primero, el que dio inicio a esta pasión por las canciones de la bilbaína que conforman uno de los inventarios musicales más logrados y seductores de la canción contemporánea de su tierra. Y de Romancero hablaré de algunas, para seguir dando rienda suelta a este texto que me alegra mientras voy escribiéndolo, y me revela que hace tanto quería hacerlo.

Corpus Cristi me gusta por su naturalidad y por el sentimiento que irradia. Y es que las canciones de La Bien Querida pueden clasificarse, por su temperatura, en canciones de mañana, tarde, noche y madrugada. Corpus Cristi me parece de mañana: tiene una melodía soleada y parece que cuando se escucha, uno ve motas de polvo flotando entre los rayos más tibios de un sol que acaba de asomar al firmamento. Una canción, como muchas otras de Ana, nostálgica y reflexiva. Y eso me gusta de La Bien Querida, que sienta y piense, casi al mismo tiempo. Claro, y que hable y cante, y lo haga así de bien, con sencillez en sus maneras, pero con profundidad de sentimiento.

De momento abril también me gusta. Una que habla de otra canción, ¡vaya genial ironía! Otra de amor incondicional, de esas que gustan a la primera, con un aire folk español e instrumentación orgánica muy a tono con lo terrenal que resulta su voz y toda ella. Y A.D.N., donde canta Joe Crepúsculo, con un primer verso que atrapa de inmediato: “Con la verdad revuelta por toda la casa”. Otra canción de mañana, llena de la modorra que significa despertar y de la confusión que parece comunicar su mensaje. Una letra breve, que se repite dos veces, pero que narra una historia de frustración con elocuencia y genial economía de recursos. “Y estoy cansada de dar vueltas y dar vueltas para nada”, reza otro de los versos de esta joya de relojería pop de cuatro minutos de duración.

Y bueno, 9.6, que combina esas dos vertientes de una canción que tiene como polos el folk, por un extremo, y la electrónica, por otro. Y otra serie de cosas, si se quiere, pero esos dos límites, que la hacen recorrer formatos al uso de la canción de autora, pero también de la productora que sabe qué velocidad debe tener un beat para encajar en una pista de baile. Y aquí paro, que ya me extendí, pero es que no puedo parar el flujo de palabras que me sobrevienen cada que pienso y escucho y disfruto las canciones de Ana; como puede verse, La Bien Querida seguro por mí».

La Bien Querida Romancero Redpem

Verde anil amarelo cor de rosa e carvão, de Marisa Monte (Brasil)
Wed 21, de Juana Molina (Argentina)
Bueninvento, de Julieta Venegas (México)
Tu hoguera está ardiendo, de Klaus & Kinsky (Marina Gómez Carruthers) (España)

 


Redpem Jose Fajardo

JOSÉ FAJARDO (España)
Lorena Álvarez, de Lorena Álvarez y su Banda Municipal
«Lorena Álvarez es una visionaria que ya hace una década emprendió la recuperación del folclore de su tierra (Asturias, al norte de España) cuando no era tendencia global eso de recuperar la música de raíz desde una óptica contemporánea. Con total desparpajo, un sentido del humor cáustico y una mirada costumbrista que sentaría cátedra entregó una colección de canciones que hoy suenan canónicas de la nueva canción de autor que estaba por venir.

Su postura nada tenía que ver con esa escena que había surgido en la Península unos años antes con etiquetas construidas por los medios de tendencias (el mal llamado “folk indie con voz de mujer”) en torno a nombres como Russian Red. Tampoco era una propuesta interesada en mezclar composiciones tradicionales (jotas, pasodobles, verbenas o romances, en su caso) con el aura de la electrónica como se hacía justo en ese mismo momento al otro lado del Atlántico con la cumbia digital o la folktrónica.

Ajena a las modas, en contra del ritmo que marca la industria comercial, Lorena Álvarez apenas ha ido publicando desde entonces algún selecto trabajo –el EP Dinamita junto al Coro de la Dinamo en 2014 y su Colección de canciones sencillas en 2019– pero desde la perspectiva que da el tiempo su figura emerge como un referente de la canción de autora contemporánea sin distinción de géneros».

Lorena Álvarez y su Banda Municipal Redpem

Clamor, de Maria Arnal i Marcel Bagés (España)
Reflexión, de Las Áñez (Colombia)
Canciones crudas, de La Muchacha (Colombia)
Lo sagrado, de Silvana Estrada & Charlie Hunter (México)

 


 

Johanna Watson Redpem

JOHANNA WATSON (Chile)
Las Reinas de la Armonía y Margot Loyola: un cruce histórico y familiar
«Mi abuela me contó que dos de sus tías maternas, Aída y Graciela Cabrera –que cantaban y componían desde jóvenes– estuvieron varias veces en la Radio Minería en los años 40. Ésta era una de las emisoras más importantes del país, que tuvo por director a Donato Román Heitman, que fue además uno de los compositores con mayor trascendencia de la música típica chilena. Aída y Graciela tuvieron un conjunto folclórico con Donato, y se hacían llamar Donato Román Heitman y Las Reinas de la Armonía.

Algunas canciones de autoría de las hermanas, como Ágata, Uvita y Canción india, fueron tocadas en la radio, pero hoy no hay registro de ellas en Internet, sólo puedo oírlas cuando mi abuela las entona con orgullo. Ella fue testigo de algunas presentaciones de sus tías en la radio, pero también recuerda una actuación en el ex Teatro Continental en 1942, cuando tenía siete años de edad, donde cantó la canción colombiana Agáchate el sombrerito sentada sobre un piano de cola que Donato Román tocó.
Fruto del ensamble entre las hermanas –mis tías bisabuelas– y el director, nació un disco llamado Juguetes y la Lorita donde cantaban bajo la dirección de Donato.

Pero volviendo a la Radio Minería, mi abuela recuerda que contaron en varias ocasiones con una invitada, quien se convertía momentáneamente en otra “Reina de la Armonía” y acompañaba a las tías en las tonadas que cantaban junto a Donato Román. Se trataba de Margot Loyola, una cantora, compositora e investigadora del folclore chilena, que comenzaba por esos años junto a su hermana Estela, su transitar por un fructífero camino como folclorista. Tras años de trabajo con conjuntos y ballets, más una fecunda discografía de diecinueve discos, decenas de recopilatorios y trabajos colectivos, Margot Loyola se transformó en una de las altas referentes folclóricas en Chile, junto a Violeta Parra.

La cantora murió a los 96 años, en agosto de 2015, pero tres años antes, fue documentada en el programa Chile País de Reyes del Canal 13 Cable, donde habló de su figura como cantora: “¿Quién soy yo? Yo soy muchas cosas, no una sola cosa. Una profesora diría yo, que enseña a la juventud lo de antes, lo que está distante de este momento, lo que es diferente a este momento. Creo que por sobre todo he sido una buena intérprete, ahí es donde he calado más profundo en mi país, cantándole a mi Chile y cantándole bien”, decía con manos ondulantes y alegría en su mirada.

Margot Loyola cuenta su historia de manera poética: “Y me fui con mi guitarra abrazada por todo el país, fui una buena intérprete, porque primero conocí mi pueblo: de norte a sur cantaban las cantoras y cantan hasta hoy”.
Mi abuela Hortensia Mansilla Cabrera tiene 85 años y sigue atentamente mi trayectoria como periodista musical. Dicen que los genes en estas cosas son muy fuertes, yo creo que es verdad».

 

Diablo rojo, diablo verde, de Pascuala Ilabaca (Chile)
Todos íbamos a ser Violeta, de La Chinganera (Chile)
De tierras y asfaltos, de Vasti Michel (Chile)
Diluvio, de Natalia Contesse (Chile)

 


Sobre REDPEM
La Red de Periodistas Musicales en Iberoamérica (REDPEM.IB) tiene como objetivo conectar a los periodistas especializados en música iberoamericana para intercambiar información, generar  contenidos, trabajar en conjunto con otras redes (de productores, promotores, agentes de prensa y festivales), facilitar contactos y compartir miradas sobre la profesión y, fundamentalmente, sobre el tema que apasiona a todos, la música.
Fundada en 2015, REDPEM agrupa hasta la fecha a profesionales de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Brasil, Venezuela, México, Estados Unidos y España y ha participado en distintos mercados y ferias musicales de América Latina (Circulart de Medellín, Colombia; FIMPro de Guadalajara, México y el Festival Jazz Ecuador) realizando talleres, debates y conferencias.