Mecido por el dolor de los abrazos perdidos, Queidem invoca a las musas para ahuyentar los restos de los recuerdos dolorosos. Y Niebla es la evocación con la que tan avezado alquimista pop nos envuelve en su canto mercurial.
Surgido de los caminos que conducen al miedo de uno mismo, Queidem es el velo tras el cual se cobija el músico valenciano Raúl Martí. Tras siete años en Madrid, su viaje de redención personal ha sido la excusa personal para enfrentarse a sus traumas de infancia y adolescencia. Devastación emocional que le ha servido para vomitar a su hermano oscuro a través de un surtido de exorcismos pop marcados por la supervivencia a la sombra proyectada por uno mismo.
Bajo la misma ha crecido un fugitivo del dolor, cuya alegría es la respuesta contra las cartas marcadas que definieron una existencia que le ha encaminado a ganarse la vida en un coro de iglesia. Así, entre la devoción por el culto a un Dios que no existe y la creencia de un salvador nacido en las entrañas de un animal herido, Queidem ha germinado con las habilidades necesarias para provocar un socavón sentimental en la congestionada autopista del circo pop.
Así llega Niebla, espuma para los oídos, con burbujeantes sombras de Radiohead e irradiación del fervor melancólico de Perfume Genius y la pausa espectral del primer James Blake. De extremo a extremo, en este primer avance de su álbum de debut, el eco de la voz de Queidem escupe palabras secuestradas en el pódium de los estribillos imperiales.
Espíritu y cuerpo de una composición atormentada y liberadora al mismo tiempo, Niebla sobrevuela cual sortilegio cuajado desde el faro que ilumina las escenas que marcan el rastro de nuestras heridas, sin cicatrizar. Pop de dos rombos para corazones rotos.
El tema ha sido producido por Tórtel y Fffflashback y masterizado por Carlos Ortigosa. Por su parte, África Muñoz es la responsable de la dirección del videoclip que acompaña a la canción.