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martes 19 de marzo de 2024
Nathy Peluso

Calambre

Nathy Peluso

A 110, a 220, eléctrica ella, chula como la que más, encendiéndolo todo. Nathy Peluso se ha soltado toda la melena; no le queda ni un pasadorcito en mitad del bosque capilar, y lo ha hecho con una demostración de poder que en otras épocas de la industria hubiese supuesto un suicidio. Tocar tantos palos en una sola placa es tan temerario como acertado, porque además se le encuentra el sentido a la jugada (si se busca) y el disfrute a nivel epidérmico está garantizado.

Qué: Disco (Sony Music)

Nathy Peluso es joven (veinticinco años) parece tener el alma vieja (porque puede) y asusta a los burgueses porque su expresividad carece de filtro alguno. Sexo del que suda, disfrutón, giros estilísticos que ni el sacacorchos del circuito de Laguna Seca, calor del que moja.

Calambre redimensiona lo que ya se sabía de la argentina: puede con todo y no ha nacido para pasar inadvertida. Con Celebré, por ejemplo, muta en una especie de Rosalía con Becky G que espantará a los puristas, mientras que el colorista Sana sana, con guiño incluido a Mercedes Sosa, se pasea por los terrenos pimentosos ya transitados por Jarina de Marco. Llega Buenos Aires, todo AOR, y tras Nathy pasea la mística de Fito Páez, alguito de Spinetta, todo embutido en un traje musical de salón. Sugga es r&b y funk salseado, Business Woman amalgama a La Mala y Lil’Kim hasta que aparece un fraseo que firmaría orgullosa Anita Tijoux.

A estas alturas de disco ya no queda poro seco en el cuerpo, y entonces decide Nathy que es hora de cerrar la fiesta en otra clave, tricéfala además: la nana breve y hermosa de Arrorró, el salsón grande y añejo de Puro veneno y ese sublime Agarrate, palabra llana sin acentuar en el hablar suyo, que se mece en el bandoneón que prepara los oídos para el mayor derroche vocal del disco, seguido de un rapeo intenso que regala dardos muy gráficos como «En mi cocina yo guiso lento» o «estoy quemándome en el viento».

Ah, sí, se rodeó de una pléyade de grandes productores para todas las facetas de este diamante bruto (sin el «en») y es candidata a los Latin Grammy: bien por ella, ojalá gane alguno, son estatuillas lindas para el salón o el baño. Más importante: ya queda menos (cinco segundos menos desde que empezó esta frase: en un momentito serán diez) para poder asistir a un concierto en el que defienda con chulería este ramillete de canciones.

Nathy Peluso Calambre

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