Tras haber levantado una de sus cimas discográficas con Supercrepus II, Joe Crepúsculo retorna dos años después con una nueva demostración de sus incuestionables atributos para alcanzar la alegría pop a partir de un surtido imbatible de cultura suburbial.
Qué: Disco (El Volcán)
Eurodisco, synthpop 81, tecno makina, solo Joe Crepúsculo es capaz de recoger estas vías de la música electrónica bailable para gestar un ramillete de canciones rabiosas de magnetismo pop y calambre dance al mismo tiempo. Y es que, para la ocasión, el ex Tarántula vuelve a dar lo mejor de sí para certificar una nueva muestra gloriosa de sus talentos.
No hay más que perderse en la espuma deep house que vertebra la base de Paranoia o el recuerdo que se marca de la gramática Vince Clarke en una demostración de cuatro tenedores como El tren de la bruja. Cortes como este último sólo pueden ser escritos por alguien como Crepúsculo, dotado de un sentido del humor único, a la hora de esbozar sonrisas serias y contextualizar la cultura de feria en sus canciones.
Esta misma cultura es la que despliega en toda su amplitud a través de la irresistible rumba tecno Sol y sombra, junto a Las Negris y Diego el Ratón. En otras como Jose House demuestra su habilidad intransferible para cocinar hits eurodance irresistibles, con letras de sabor arrabalero, que no desentonarían en una canción del Gato Pérez.
Temas como los señalados no son más que ejemplos escogidos al azar dentro de un todo sin fisuras. Doce canciones como doce soles, obra de un ser infalible, abanderado total de la dignificación del pop de extrarradio, autor de una nueva demostración de por qué es un nombre imprescindible para entender todas las claves de las corrientes bedroom pop y demás que nos llegan día a día. En definitiva, un clásico contemporáneo, sin mácula en su expediente discográfico.
