Desde el debut homónimo, publicado allá por 2001, hasta La velocidad de la luz de 2013, Los Bunkers marcaron una época dorada en la música popular chilena. Ahora estamos en tiempo de espera. Mientras tanto llegó el reciente Infiel, cuarto avance de su próximo y esperado disco. De momento hagamos un gratificante repaso sonoro por su discografía. Solo es cuestión de darle al play y disfrutar.
LOS BUNKERS (Big Sur, 2001)
El entusiasmo de los veinte años y la nueva vida en la capital de Santiago, tras llegar de su natal Concepción, fueron estímulos suficientes para la ópera prima del quinteto. Son diez temas que reflejan los distintos puntos de interés de sus integrantes, presentes hasta hoy: de la perfección pop de la canción de amor de la era Beatles 64 (Fantasías animadas de ayer y hoy, Yo sembré mis penas de amor en tu jardín), a la intimidad de los procesos profundos de la vida (Entre mis brazos, Jamás) y la conciencia social y política, en un país con las heridas abiertas en plena transición (El detenido). Con una madurez inusual, Los Bunkers demostraron contar con la fortaleza necesaria para ser la voz del recambio a principios de siglo.
CANCIÓN DE LEJOS (Sony Music, 2002)
La irrupción definitiva de Los Bunkers en el panorama chileno arrancó con un rápido arreglo de tambores, que da pie a un sonido puro de guitarras de raíz beatle y una voz que relata imágenes nostálgicas, que esconden una triste historia: el sentimiento de abandono, inspirado en el caso de Eduardo Miño, un dirigente comunista que se quemó a lo bonzo, a modo de protesta, a pasos de la casa de gobierno. Miño, primer single de su segundo disco, no sólo significó su primer gran éxito radial, sino que también definió la identidad del quintero: melodías rock-pop para las masas con líricas que esconden algo más allá. Por su parte, el disco revela una expansión de las influencias del rock sesentero, al incluir una parte de la raíz chilena, como la cueca (al cierre de Canción de lejos) y la balada al estilo de Los Ángeles Negros (Siniestra).
LA CULPA (Sony Music, 2003)
Tristeza y luminosidad fueron los conceptos que usaron los propios músicos para definir uno de sus mejores álbumes, el cual supo hacerse un lugar en los medios con dos de sus mayores éxitos: el rock resentido de No me hables de sufrir y la inspiradora Canción para mañana. En medio de los días en que el país conmemoraba treinta años del Golpe de Estado que derrocó el gobierno socialista de Salvador Allende, Los Bunkers toman la bandera de llevar parte del sonido de La Nueva Canción Chilena en una lectura contemporánea, presente en dos notables momentos del disco: Culpable, con timbres folclóricos, y la intensa versión de La exiliada del sur, poema original de Violeta Parra y musicalizada por Patricio Manns en 1971. A la par, la psicodelia de los 60 se suma a la paleta sónica, en piezas destacadas como Mariposa y Última canción.
VIDA DE PERROS (La Oreja, 2005)
Decepciones amorosas y profesionales, que incluyeron un cambio de sello y management, llevaron al quinteto a sacudir la modorra y crear su disco más energético a la fecha. Vida de perros logró consenso total, con un trabajo exitoso y aclamado por la crítica. La fórmula está en un sonido fresco, que surge de las guitarras crudas, la potente y ágil voz de Álvaro López y las baterías firmes de Mauricio Basualto bien al frente, en línea con el revival rock que se vivía en el mundo anglo con The Strokes y Franz Ferdinand. De sus malas experiencias personales, florecieron los temas que los llevarían a conquistar otros territorios, especialmente México: Ven aquí, Llueve sobre la ciudad, Ahora que no estás y Miéntele. Como bonus, el CD en su edición azteca incluyó una versión del clásico Y volveré (Los Ángeles Negros), el cual les hizo expandirse hacia otras audiencias. Para comprender a estos chilenos en su integridad, es vital comenzar la travesía por este disco.
BARRIO ESTACIÓN (Universal, 2008)
Con la consagración que provocó su cuarta placa, Los Bunkers se tomaron las cosas con calma para llevar su sonido al siguiente nivel. Así, fruto de la experimentación y las largas horas de grabación, nació una obra con arreglos más refinados y mayor heterogeneidad tímbrica. Un trabajo de largo aliento, donde el desamor se revela como dramático (Fiesta, Nada nuevo bajo el sol) o con cierto humor, (Una nube cuelga sobre mi), con una cuota de luz particular: la repentina paternidad de tres de los músicos contagió el nuevo material con un espíritu especial, lo que quedó inmortalizado en los latidos que se alinearon con el bombo de la emotiva Abril.
De Barrio Estación existe una edición especial en México (CD+DVD) que incluye un documental con el making-off del disco.
MÚSICA LIBRE (Universal, 2010)
Tras extensas giras por Latinoamérica y radicarse en México con sus familias, la banda vivió un periodo de incertidumbre, cuya solución se reveló también como una forma de seguir creciendo a nivel creativo y de popularidad. La amplia paleta estilística de Los Bunkers, a diez años de su inicio, se perfeccionó en la forma de doce relecturas del catálogo más pop del trovador cubano Silvio Rodríguez, un proyecto arriesgado que les trajo sólo buenos resultados: una serie de singles exitosos (Quién fuera, Ángel para un final) y nuevas búsquedas que se extenderían en su siguiente disco, como el uso de sintetizadores (Santiago de Chile, Que ya viví, que te vas). Hasta el propio tributado valoró el gran esfuerzo del quintero con las reversiones con su inmortal catálogo.
LA VELOCIDAD DE LA LUZ (2013)
Seis años tuvieron que pasar para que Los Bunkers publicaran canciones inéditas nuevamente. Se convirtió en un difícil canto del cisne del grupo, con un resultado dispar que demuestra las distintas inquietudes artísticas que ya rondaban por las mentes de los músicos. Con un single estelar como Bailando solo, el grupo aseguró su vigencia y se mantuvo en movimiento, aunque su estela no benefició a los posteriores singles (Si estás pensando mal de mí y Sábado). Entre los dardos cruzados ocultos en sus letras, surgen interesantes búsquedas como el synth-pop de La estación final, la desilusión política con una cuota rock en La maldición de mi país y nostálgico cierre en clave The Smiths en el tema que da nombre al álbum. ¿Una transición necesaria para lo que vendrá con la banda en su nueva etapa? Sólo el tiempo lo dirá.
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